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Sobre cómo asesiné mi club de fans

No daré fechas, ni sitios, ni nombres. No quisiera desafiar a la muerte y que, como penitencia, me resucite aquel mini-club de fans. Y no, no, no. Aunque, confieso, aprendí muchísimo de la situación. Tampoco quiero generalizar y afirmar que las mujeres son distintas a los hombres en cuanto a la adoración (o a romances fictios no bidireccionales, que es como denomino a quién se obsesiona contigo cuando uno no tiene interés).

Una mujer puede ser tan sofisticada y estratega que no llegas a comprender sus movimientos hasta que éstos te golpean al unísono en su fase final. Si no eres famoso, ellas no te quieren compartir. Eso es un hecho. Recelan de tus otras interacciones y prefieren esperar a verte aparecer para soltar una indirecta pública que, supuestamente, deberías pillar. Claro, como no pillarla, si aquello era un huracán de todas las fans emergiendo a la vez.

Hay maniobras mucho más elaboradas, sí, yo qué sé, porque hay miles, como es la de trabajarse a otros hombres, manipularlos y que así ellas vuelvan a aparecer, como quién no quiere la cosa, en tu feed (tras haberlas bloqueado, que se me olvidó el detalle). Una vez que lo consiguen, sacan su arsenal de indirectas como si a ti te importase lo que tienen que increparte.

Las más directas me mandaban foto-tetas porque, supongo, siempre les habría dado buenos resultados... chica, si quisiera sexo no estaría aquí buscándolo; por suerte, siempre me ha ido bien en el mundo real. He tenido que consolar a ese tipo de mujeres porque llegaron a pensar que las rechazaba porque no me gustaban sus tetas. What? No, si tus tetas son preciosas. Y juro que les decía la verdad, pero es que no te he pedido una conversación de índole sexual.

Otras venían para que les escribiese un relato erótico. What? Otras tenían multicuentas con miles de followers con las que iban tejiendo una extraña red sobre mi con un aura que me resultaba de lo más siniestra. Otras se hacían pasar por otras chicas para abordarme mientras me hablaban con su cuenta original. Y yo no entendía (nunca) nada. Fue inevitable sacar la escopeta y derribar a cada una de ellas. Una a una. Puro sadismo con todo el dolor de mi corazón(aka mi ego).

Por no extenderme y aprovechar la tarde-noche de viernes... ellas sólo te quieren en exclusividad. Y me parece maravilloso. Pero si te interesa alguien, prueba a tener diálogos normales, mostrar interés en mí y no en lo que podría haber llegado a ser tras un entramado romántico que sólo existía en sus mentes. No es tan difícil: dialoga, se interesante, se normal.

Y por aplicarme todas estas lecciones, lo digo claro: yo no quiero ser así. Para llamar la atención de quién te gusta, vale, puedes ser insistente durante unos días o semanas con cierta sutilidad o con todo tu material de guerra. Pero ya está, no quiero actuar como un sociópata cuando no lo soy. Si alguien me provoca, lo mismo se la regreso, pero si es uno el que provoca y no hay feedback, se cierra el capítulo porque ya somos mayores para estar llamando la atención de quién nos gusta cuando no recibimos señales de vuelta. Se interpreta solo.

Y sí, hasta de las princesas te cansas. Y es tan fácil como cerrar violentamente el libro y que su corazón de princesa reviente por dentro, entre las páginas, en silencio. O puedes crearte tres leyes de escritura, en modo Asimov, y protegerte a ti de ser un ingenuo. De todo se aprende. Incluso de ti, querida.

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